Estamos a merced de las mareas. Las mareas que mueven las circunstancias de nuestra vida y nos acercan y alejan del punto donde nos gustaría estar. Es lo que tiene ser personas conscientes. En ese conocimiento radica nuestra gran capacidad de crear, pero también nuestra penosa tendencia a ser
infelices.
Hay algunas cosas que contribuyen a limitar la ansiedad existencial en que se mueven las personas. La literatura es una de ellas. Leer nos tranquiliza, pero crear nos tranquiliza aún más. Y solo alejados de la angustia, podemos pretender atisbar un mínimo esbozo de felicidad.
Los cuentos de esta pequeña colección están escritos a lo largo de toda una vida (desde los 26 a los 59 años). Cuando escribía cada uno de ellos pretendía liberarme del viento que me azotaba. Ahora los pongo a la disposición de mis amigos lectores por si con ello también puedo contribuir a su serenidad. Úsalos, querido lector, como si de una tableta de Valium se tratara.
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